El árbol
El solitario ejemplar se encuentra rodeado únicamente por pastizales. Lleva transcurrida la mitad del tiempo de vida promedio de su especie, que no se mide en años sino por la continua sucesión de momentos naturales y los ciclos vitales correspondientes. Al calor y las lluvias acompañaban la floración y fructificación y al frío y los breves períodos de luz, la caída de las hojas y el letargo. Muchos pueden considerar a esa existencia monótona y hasta abrumadoramente triste. Sin embargo, el árbol no para de interactuar con todo lo que lo rodea, próximo o distante. Cuenta con amigos que no alcanza a divisar pero con los que mantiene diálogos incesantes, de acuerdo a la dirección del viento. Dos son como él, solitarios y uno, además, de una especie diferente. También existe un pequeño grupo de arbustos bastante charlatanes. La comunicación es muy simple. Cuando el viento procede de un determinado sector, llega con él una colección de mensajes bajo la forma de respuestas, opiniones o consultas. Cuando la dirección del aire se invierte, se envían las contestaciones correspondientes. El árbol tiene muy buena memoria.
Sus comienzos fueron como los de todo árbol, es decir, a partir de una semilla. Quien la transportó hasta ese lugar puede llegar a ser un suceso complejo para ciertas especies y éste fue el caso. A lo largo de su historia, experimentó toda clase de vivencias. De adulto, soportó inundaciones y un incendio por el cual, casi pierde la vida. Un rayo le amputó una rama voluminosa y es posible saber dónde se encontraba, pues su lugar lo ocupa desde entonces, una generosa cicatriz. Ha brindado sombra a todo tipo de criaturas y desde hace un tiempo, su follaje cobija a un ave que fuera víctima de un aburrido cazador. Éste, al no poder hallar la presa codiciada, no tuvo mejor idea que disparar al ocasional viajero, lastimándolo seriamente en uno de los costados. Soportando el atroz dolor, logró alcanzar con los últimos esfuerzos la generosa copa y allí permanece desde entonces. La recuperación es lenta pero no ha perdido la capacidad de vuelo ni la de moverse en tierra, fundamentales para un carroñero.
Siendo apenas un retoño, su vida también estuvo severamente amenazada. Una vaca cimarrona y su cría se movían de manera desbocada, producto de la persecución de un grupo de hambrientos perros salvajes. Todo transcurrió a muy corta distancia de donde se encontraba implantado. Con el tiempo y mientras crecía y crecía, esta clase de especímenes dejó de aparecer y fueron reemplazados por otros, muy similares, pero de mansas costumbres. Algo nuevo, presente en la distancia, tal vez explicara ese recambio. Una sucesión interminable de palos, dispuestos verticalmente, que sostenían una serie de delgados hilos paralelos entre sí, fijaba límites al movimiento de los animales y aseguraba la propiedad de quién los instalara. Adulto, tuvo la posibilidad de ver de cerca a un humano. Realizando tareas de labranza, en varias ocasiones se ubicó a su resguardo al momento de comer o simplemente descansar. Probablemente el esfuerzo realizado no dio sus frutos o quizás hubo otras razones, pero a partir de cierto instante, no volvió a cruzarse con él.
Para el árbol, la vida es una sucesión de momentos, no sujetos a horas ni calendarios. No hay lamentos, alegrías, tristezas ni vanagloria. Si llega la lluvia, el agua se aprovecha y si no hay, se aguarda hasta su presencia. Se puede morir durante la espera pero eso no es un problema. La muerte es innata para el que está vivo. Nada es constante. La hoja cae y es reemplazada por otra, una rama se seca y se desprende, la flor da paso al fruto que protege a la semilla, que liberada, es sinónimo de vida. No hay conformismo o resignación con lo que acontece, es solo lo que es, la realidad en estado puro. Comprender esto permite rechazar la permanencia de lo inmutable y aceptar al cambio como lo verdaderamente constante. La negación genera angustia y en una posición extrema, probablemente, hasta la pérdida del sentido mismo de estar y sentirse vivo. Vivir es simple, el árbol es un fiel testigo de ello.
La vida es un continuo fluir.
Para este individuo, la estadía como un ser solitario, está llegando a su fin. Un diminuto espécimen emerge, trabajosamente, a muy corta distancia de sus robustas raíces.
La vida es imperecedera, atraviesa la eternidad 🩵🫂
ResponderEliminarTotalmente compartido. Muchas gracias por comentar..💖🎶
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