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La mujer del vestido negro

La iluminación en ese sector del vecindario era bastante deficiente. Las luminarias públicas que funcionaban, poco podían hacer debido al denso follaje de una arboleda degenerada ante el escaso mantenimiento. Las luces de las viviendas intentaban aportar algo de claridad en el pozo de sombras imperantes. Y esa noche en particular, la presencia de nubes restaba la luminosidad que usualmente aporta la luna.

El auto detuvo su marcha frente a una edificación ruinosa; se escucharon la apertura y cierre de sus puertas y seguidamente silencio. De repente, una nueva apertura y el cierre correspondiente, la puesta en marcha y una partida veloz. Los días transcurrieron sin nada más que llamara la atención en la propiedad y la presencia policial no fue requerida.

 Entre los crímenes que fueron noticia tiempo después, el que más perduró en los comentarios del barrio, fue el hallazgo del cuerpo sin vida de un conocido malviviente, brutalmente asesinado, en el interior de su automóvil. Nada se supo del o los autores de un hecho tan violento.

 El hombre alcoholizado, generalmente abusivo en ese estado, se desplazaba de manera titubeante por la calle. Rodeado de una oscuridad casi absoluta, instintivamente detuvo su marcha y hurgó entre sus bolsillos, buscando el celular. Presentía la proximidad de algo fuera de lugar en un recorrido tantas veces frecuentado. Cuando lo encontró y pudo encenderlo, dirigió el haz de luz hacia delante y observó a una mujer desconocida que se acercaba. Los últimos recuerdos previos al intenso dolor son la imagen del vestido de gala negro y de una de sus manos, que comportándose como una garra, se movió rápidamente sobre su rostro, generándole cortes profundos.

 De niño, ya mostraba ninguna predisposición al esfuerzo físico y mental. Problemático en el barrio, trasladó su situación a la escuela y las citas al progenitor no cesaban de llegar. Allí conoció a quien fuera su mentor, otro joven un tanto mayor y envuelto en lo mismo. Al quedar huérfano y con una propiedad donde residir, la misma se fue transformando gradualmente en el refugio de otros parecidos y pronto, la pandilla estuvo conformada. Música estridente, insultos, ruido de botellas estrellándose contra las paredes pasaron a ser casi lo cotidiano. La supervivencia del grupo dependía del robo y la extorsión. La mayor dificultad llegó cuando comenzaron con la venta de drogas no lícitas. Esto desató una feroz rivalidad con una banda cercana que los veía como un obstáculo, en algo que ya tenían bien aceitado. Se produjeron algunos altercados hasta que los segundos decidieron ponerle fin al asunto. Una noche irrumpieron provistos de armas blancas y de fuego y en pocos minutos, la casa estalló en un conflicto. Cuando la suerte parecía estar echada para el lado de los atacantes, una visita inesperada terminó con la contienda de manera radical. Sin distingo de quienes, aniquiló a cada uno de los sobrevivientes. La causa fue caratulada como refriega entre pandillas por disputa territorial. A los forenses les llamó la atención el tipo de laceraciones que presentaban algunos cadáveres, comparables tal vez a las producidas por los zarpazo de un animal salvaje. 

Los mastines se encontraban particularmente ruidosos en esos momentos. El vecino, debido al jaleo, salió a ver qué ocurría. Al iluminar la cerca de madera que separa los terrenos lindantes, pudo contemplar la silueta de una mujer que portaba un vestido negro, desplazándose a gran velocidad. Manchas rojas en distintas partes de su cuerpo contrastaban con la palidez espectral de su piel.

 La investigación policial de los últimos sucesos no pudo arrojar resultados concretos y todo quedó  sin esclarecer.

 Cuando la propiedad abandonada pasó a dominio público y fue demolida con la intención de construir un espacio de recreación, los restos pertenecientes a una mujer vestida de negro fueron encontrados enterrados en una de las habitaciones. Fue identificada como la pareja de un mafioso ejecutado a la salida de una fiesta, tiempo atrás. Secuestrada durante el suceso, nunca se tuvieron noticias concretas de su destino. Lo anterior fue ordenado por un jefe rival, quién terminó asesinado con saña en la cárcel.

 La mujer del vestido negro continuó haciendo esporádicas apariciones. Desde su llegada, la violencia en el vecindario disminuyó de manera notable. 

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