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El duende - XII

Verdeo volvió a la colonia después de una ausencia más prolongada, tal vez la mayor hasta ese momento. No pudo disimular la sorpresa al contemplar los cambios que se habían producido desde su última visita. Rostros nuevos trajeron aparejados construcciones y hábitos distintos. Se estaban rompiendo viejos esquemas y eso lo ponía contento. Evolución, que le dicen..

 Instalado unos días con Tomillo mientras reacondicionaba su propiedad, que cerrada durante mucho tiempo, estaba cubierta de polvo, terminó conociendo a los mellizos Centeno y Poleo y al sanador Zarcillo. Las rondas de charla y bebida empezaron a contar con un nuevo integrante. Verdeo comentó sobre la llegada de nuevos habitantes a la montaña, los rescates que tuvo que protagonizar debido a la impericia de unos y la imprudencia de otros. También mencionó  la voluntad de ir a visitar  la colonia de la cual procedían sus padres. Él era nacido y criado en la actual. Hacia ésta se habían dirigido sus padres, después de la pelea entre la madre y el progenitor, que no le aceptaba la pareja. El tiempo y el corazón pusieron fin a tan doloroso distanciamiento. Verdeo recordaba visitas al asentamiento de sus abuelos siendo pequeño y tenía pocos recuerdos, algunos incluso, bastante imprecisos..

 Verdeo consultó Tomillo si deseaba acompañarlo. Este último imaginó un cuadro con fuertes emociones y para sostener a su amigo, aceptó la oferta. Tres días más tarde partieron, aprovechando una probable tormenta acompañada de fuertes ráfagas, lo que disminuía el tránsito de humanos debido al cierre de senderos. Iban cargados de incertidumbre uno y de curiosidad, el otro..

 En destino, lo primero que les llamó la atención fue el reducido grupo de residentes y la casi ausencia de jóvenes. La gran mayoría había emigrado y los que permanecían, lo hacían para ayudar a los mayores o porque no poseían la suficiente determinación para buscar algo distinto..

 Las causas de alejamiento entre los duendes son más reducidas que en los humanos debido, entre otros, a sus nulas ambiciones por el ascenso social o la posesión desmedida de bienes, la ausencia de guerras, epidemias y hambrunas. Sin embargo, lo colectivo es muy sólido y lo vincular puede inclinar la balanza. La tozudez o intransigencia pueden llegan a romper relaciones incluso, de manera definitiva. La familia de Verdeo lo había padecido. Y según parece, eso es algo que sigue vigente..

 Después de dar un par de vueltas, preguntando por el paradero con viejas referencias, llegaron a la propiedad de la única familia del montañés que aún permanecía en el lugar..

Tomillo la vio y nada volvió a ser como antes. Su eterna postura de cabronazo se derritió ante esa imagen de orejas finamente puntiagudas y nariz suavemente curvada. Tal vez no creía en la atracción, simplemente por no haber encontrado a la indicada. Y ésta, a sus ojos, lo era. Se trataba de la hija mayor de la tía de Verdeo, hermana de su difunta madre, que salió a recibirlos a la puerta..

 Piuke, que en mapuzungun significa corazón, mostró ser independiente en el amplio sentido de la palabra. Gustaba de usar ropa colorida de diseño y confección propia; sus peinados eran variables y podían incluir cambios en el color del cabello y/o portar elementos naturales como flores o frutos. Era objetiva, con opiniones asertivas y de fácil sonrisa. Era, en definitiva, diferente y considerada un escándalo social. Había decidido el alejamiento de la aldea en el momento que su primo y compañía hicieron acto de presencia..

 Tomillo, supuesto soporte afectivo si la ocasión lo ameritaba, no podía emitir palabra sin sonrojarse ante la duende. Piuke lo admitió mucho tiempo después. El personaje recién llegado y que se comportaba de manera ridícula ante su presencia, la había flechado definitivamente..

 

 

 

 

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