Sofía

Las primeras luces del día comienzan a pincelar el horizonte. La noche se despide y los esbozos de lo que parece una interminable carretera, pueden observarse más allá de las luces del camión. El sueño, incansable y no deseada compañía para quién conduce, parece dar una tregua momentánea. El mate y el frío matinal que se cuela por la mirilla levemente abierta, hacen su trabajo y esto lleva tranquilidad al experimentado chofer..

 Hace algo más de una década que no transita el tramo que tanto recorriera en el pasado. Este viaje y los que le esperan, obedecen a un nuevo contrato de transporte celebrado por la compañía para la cual opera y los volúmenes a movilizar son tan grandes, que hubo que reorientar recursos. Él y su vehículo son uno de ellos..

 Nada ha cambiado demasiado. El estado general de la vía es satisfactorio y el paisaje, bastante monótono. La única novedad son las extensas granjas eólicas instaladas que buscan aprovechar los abundantes vientos patagónicos. El viaje viene transcurriendo bastante en solitario desde hace varios kilómetros. Con el sol apenas sobre el horizonte, observa la silueta detenida muy cerca de la cinta asfáltica y sin tener demasiado en claro el por qué, comienza a disminuir la marcha. Al acercarse, la joven termina extendiendo el brazo con el puño cerrado y el pulgar en alto. Detiene finalmente el vehículo y quién solicitara un aventón, asciende ágilmente. Con el vehículo en movimiento, ambos se presentan como Ricardo y Sofía respectivamente y luego, permanecen silencio. "Podría ser mi hija ¿Qué hace en solitario, a esta hora y en este lugar? Una verdadera locura correr semejante riesgo", pensó el conductor, sin sacar la vista de la ruta..

 Los primeros caseríos marcan el inicio de la periferia de la gran ciudad. Sofía señala dónde desea descender y la mole se detiene. Lo único que Ricardo logra divisar con claridad en el lugar, es un pequeño cementerio lindante al camino vecinal que desemboca en la carretera. Nuevamente en movimiento, sigue rumiando pensamientos relacionados con la joven como lo protagonizado, su vestimenta totalmente blanca e incluso, el suave olor a lirios que desprendía y que aún persiste en la cabina. La voz impersonal del navegador, que comienza con el recitado de instrucciones para llegar a destino, lo trae a la realidad y lo anterior empieza a formar parte de la galería de recuerdos..

 Fue durante la cena en el parador cuando se enteró. El televisor, eternamente encendido, alterna entre fútbol o noticias. Esa noche, la sensación la provocaba el hallazgo del automovilista buscado hacía varias horas, totalmente desmembrado y sus restos, esparcidos varios metros a la redonda. El último episodio de características similares y no resuelto, había acontecido hacía más de un año..

 El contrato por traslado de mercaderías se terminó extendiendo. Meses después del primer encuentro, Ricardo y Sofía volvieron a cruzarse en circunstancias demasiado similares. Primeras horas del día, lugar desolado para una solitaria y joven mujer pidiendo traslado, vestida de la misma manera, desprendiendo la misma fragancia y requiriendo el descenso en el mismo camino desolado, próximo a un pequeño cementerio. La única novedad era que, al tratarse de conocidos, hubo algo de diálogo. Sofía, como anticipando alguna pregunta trivial del conductor, resumió las respuestas en lo siguiente: "Amo los lirios y su fragancia, gracias a mi abuela, que los producía en cierta cantidad todos los años. El perfume que uso de manera permanente es casero y empleo su esencia para hacerlo. También amo el color blanco gracias a la nieve. Las veces que la vi caer fueron mágicas, al igual que el paisaje cubierto por su manto brillante. De ahí mis ropas." Ricardo, asintiendo, agregó un breve comentario personal y eso fue todo hasta el descenso de Sofía..

 Próximo a destino, algo dejó de andar bien en el equipo. Frenaba con dificultades, lo cual obligó a una consulta mecánica. El veredicto fue categórico. Una rotura en la unidad de cargas, obligaba a un parate de casi una semana entre la llegada del repuesto y su recambio. A la salida del taller y una vez hecha la notificación de las novedades a la empresa, Ricardo emprendió hacia el quiosco ubicado en la esquina a comprar unos caramelos que tanto apreciaba. Mientras esperaba la bolsa con los dulces y observando la portada del matutino local, uno de los títulos atrajo su atención. Terminó comprando también el periódico..

 El hallazgo del cuerpo sin vida de un vecino desaparecido hacía muy poco tiempo y seccionado en partes, estaba destacado con grandes letras. La violencia de los últimos crímenes y la ausencia de posibles pistas para su resolución, obligó a las autoridades locales a solicitar el auxilio de fuerzas federales. Una inquietud se instaló en la cabeza del chofer y para procurar que se aleje, no tuvo más remedio que subirse al camión y dirigirse hacia el pequeño cementerio ubicado en las afueras de la gran ciudad. Allí, recorrió cada una de las lápidas y en una de ellas encontró lo que temía. De acuerdo a las fechas presentes, allí descansaba una joven llamada Sofía desde hacía una docena de años. De vuelta en la ciudad y con la fecha del fallecimiento en mente, se dirigió a las oficinas del periódico.En el local, preguntó por el ejemplar de la época y le informaron que en la biblioteca municipal era posible que lo tengan. Todos los días, se le entrega a la institución un ejemplar sin costo y ellos los guardan un cierto tiempo, clasificados por fecha, para consulta. Hacia allí se dirigió Ricardo, la mañana siguiente..

 El papel amarillo hacía un ruido un tanto exagerado cuando las hojas eran volteadas. En la sección policial se encontró con el relato del descubrimiento sin vida de una joven finalmente identificada como Sofía. Su cuerpo, desnudo, exhibía muestras de un brutal maltrato y sometimiento sexual reiterado. Hubo tres detenidos, vecinos de la víctima, quienes confesaron el crimen. Habiendo consumido cantidades excesivas de alcohol, la observaron salir de su propiedad y en contra de su voluntad, la subieron a un automóvil. De manera inmediata, partieron en busca de un lugar solitario para terminar cometiendo todo tipo de atrocidades en ella. Ricardo concluyó con la lectura bastante aturdido. Al devolver el ejemplar, comentó los hechos con la bibliotecaria y ella los complementó indicando que los tres fueron condenados y que hace algo más de dos años, quedaron libres debido a triquiñuelas legales y buen comportamiento. Hubo marchas populares autoconvocadas en señal de protesta. Señaló, además, que los últimos y terribles asesinatos que eran noticia, los había padecido los tres mencionados. Un sudor frío comenzó a recorrer la humanidad del improvisado investigador. La bibliotecaria le consultó si se encontraba bien debido a su repentina palidez..

 Pasaron los días y el chofer se encontraba en la ruta, en viaje de retorno, Había sido advertido sobre la necesidad de controlar la presión de aire del sistema de frenado. En caso de un descenso pronunciado, debía detenerse y comprobar que todo marchara bien. “Debe ajustarse al nuevo repuesto y eso toma algo de tiempo”, le dijeron. La señal encendida en el tablero lo obligó a estacionarse. La noche se había instalado hacia un tiempo y debió usar la luz del celular para observar la mecánica. Se hallaba inspeccionado el equipo cuando un olor fuertemente nauseabundo lo envolvió. La sorpresa inicial dio paso al más absoluto terror. Mientras los pies parecían soldados al suelo, el resto de su cuerpo comenzó a sacudirse de manera descontrolada. “Que sea rápido, por favor”, pudo balbucear a duras penas. La mano que sostenía al celular, también sometida al desorden muscular, provocó un cambio repentino en la dirección de la iluminación y la sombra de una figura, absolutamente inhumana, se proyectó a un costado de Ricardo. Cuando sentía que estaba al borde del colapso, la pestilencia dio paso a una fragancia que recordaba a lirios, majestuosamente florecidos..

 “Adiós”, oyó a sus espaldas. El conductor giró como pudo sobre sí y alcanzó a divisar la silueta de Sofía, que se esfumaba lentamente en la oscuridad..