El duende - IX
Carqueja y la madre de la pequeña, acordaron su permanecería en la casa hasta que recuperara nuevamente la capacidad de volar. El grupo de hadas en realidad, no reside lejos si el tramo se cubre por aire; hacerlo por tierra, en cambio, es más riesgoso porque toma mucho más tiempo a causa del tamaño de Bree y sus lesiones. Por cierto, la madre se llama Maud.
Son de origen irlandés. Provienen de un contingente que llegó a estas tierras distribuidos en las pertenencias de un grupo de inmigrantes. Ya ha transcurrido una generación desde entonces y la adaptación al entorno no ha sido un problema por las similitudes. En los comienzos, sin embargo, lo más dificultoso fue la comunicación fuera de los allegados pues empleaban y aún lo hacen, un lenguaje celta casi extinto y que dista muchísimo del utilizado en este terruño. Esto hizo que la interacción con los locales fuera escasa y que se mantuvieran al final, como un grupo cerrado. Con la nueva camada, otras ideas e intereses emergieron y con ellos, la necesidad de una mayor relación extra grupal. La conveniencia de aprender la nueva lengua pasó a ser una prioridad. Y gracias a ello, los buenos resultados no se hicieron esperar.
Todos los días, Maud y un grupo de acompañantes que se renovaba, hacían su aparición. Una mañana, Bree, repuesta de los hematomas, aunque con el ala vendada, salió a dar una pequeña caminata. Tomillo, movilizado inicialmente por la culpa, permanecía a muy corta distancia por si requería de ayuda. Ese sentimiento le fue mutando lentamente a la admiración, sobre todo cuando fue testigo de los esfuerzos que realizaba la pequeña para recuperar el vuelo, una vez libre de las ataduras. La tarde que finalmente Bree partía para su hogar, el grupo completo de hadas se hizo presente para acompañarla. Tomi experimentó el dolor de la separación. Descubrió que le había tomado cariño y que la veía como su hermana menor.
Una de las curiosidades que mayor inquietud le provocaba a Carqueja era el tema de los polvos mágicos, asociados tradicionalmente a las hadas. Bree explicó que efectivamente, esos polvos existen, pero que no son todo lo poderosos que el imaginario considera. Señaló que no accionan sobre animales ni duendes, por ejemplo y que se preparan combinando ciertos elementos naturales y en ajustadas proporciones. Variar uno u otro pueden cambiar el efecto esperado e incluso, anularlo sin más. Lamentablemente, en estas tierras, algunos ingredientes no se encuentran o carecen de las mismas propiedades. Las consecuencias son que algunos polvos se han terminado y que otros han quedado reducidos a cantidades exiguas. Los alquimistas no paran de experimentar buscando sustitutos. Sobre el que más se sufre la pérdida es de aquel que permite la recuperación casi instantánea de la propia salud.
Los encuentros entre duendes y hadas se siguieron manteniendo, con visitas recíprocas. En una oportunidad, Carqueja interactuó con Aileen, una de las alquimistas. Desde el vamos, la conversación giró sobre pócimas y sus efectos y los compuestos para su producción, sean los originales o alternativos. Cuando alcanzaron el tema de los faltantes para la elaboración de los polvos agotados, el hada manifestó que el más importante era de origen mineral pero que en el sector donde habitaban o hasta donde podían desplazarse para su búsqueda, no existía nada que permitiera reemplazarlo. Carqueja consultó sobre las propiedades que debía contener para que fuera útil. Retuvo la información es su enciclopedista memoria y no dejó de hurgar en su interior al respecto.
Es cierto que, en el bosque, la variabilidad mineral es muy reducida, pero hay un sitio donde seguramente es abundante y es el campo de escombros que se generó cuando construyeron la represa. Alcanzar dicho lugar para alguien que da pasos cortos puede ser complicado, pero si viaja acompañado por un ser que vuele y anticipe las dificultades, las probabilidades de éxito aumentan notablemente. A pesar de los enojos y rezongos, las mil advertencias y súplicas que se dieron en ambos grupos, Aileen y Carqueja iniciaron la marcha. Días más tarde se las vio retornar sanas y salvas y con una gran variedad de muestras rocosas. Qué ocurrió en el trayecto es algo que no quisieron compartir. Siguen siendo hasta la fecha, muy grandes amigas.
¿Y qué ocurrió con el ingrediente faltante? ¿Estaba presente en alguna de las muestras? Hasta el momento, las hadas gozan de muy buena salud.
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