XII
Chao volvió al encuentro de Li con una misiva extendida por el mismo general Hao donde le proponía una reunión en un lugar y fecha determinados. Si estaba de acuerdo, no hacía falta responder por escrito, sino que debía asistir directamente. El lugar acordado resultó ser una modesta habitación de una modesta taberna cuyo propietario era un sargento retirado. Li ingresó al salón en cual se encontraban unos pocos parroquianos y fue conducido discretamente por un empleado hacia la habitación en cuestión. Hao que ya se encontraba en ella lo saludó, le invitó a sentarse y sin preámbulos, comenzaron a tratar el tema. El general en servicio demostró tener conocimientos sobre lo denunciado por Li, se explayó sobre el modus operandi de las bandas y las conexiones que este entramado tenía en otras ciudades importantes del imperio. Li escuchó atentamente y solo realizó algunas preguntas cuando su amigo concluyó con el relato. Aquí Hao agregó que debido a todas las implicancias que lo tratado contenía, se había notificado directamente al emperador y que éste, además de autorizar la presente reunión, le solicitaba a Li colaborar con Hao en el armado de una estrategia para desbaratar todo el entramado, sin importar que personaje estuviera implicado.
Li aceptó la propuesta y acordaron como primera idea el llevar a cabo una única y gran operación en simultáneo en todos los puntos afectados. Esto conllevaría a contar con una logística de recursos y personal considerable que solo estaría disponible con la máxima autorización, que ya existía. Fijaron además solo reunirse cuando fuera indispensable y el contacto se mantendría a través de una vía muy simple: cuando fuera necesario, una de las encargadas de realizar las compras del palacio real se acercaría a la tienda de telas y una vez allí, realizaría una consulta por un determinado tipo a Chao, lo cual indicaba que al día siguiente se produciría un encuentro entre los generales en un horario ya fijado en la taberna.
Li se despidió y ya en el negocio, explicó al encargado de seguridad su rol, quién lo aceptó sin rodeos. A la noche y a solas con Mei, le dio a conocer la tarea en que se encontraba embarcado y le comentó además de la función de Chao. Mei escuchó en silencio y asintió al final, sin emitir opinión.
Con el paso de los días la información se fue actualizando a partir de los más variados testimonios. Indefectiblemente esto terminaría alertando a quienes se quería castigar por lo que el momento para llevar adelante la operación estaba cada vez más próximo. En el último encuentro entre los generales se fijó la fecha y la hora para la ejecución. Se considerada que los datos obtenidos permitirían llevarla adelante con un margen aceptable de éxito. Se utilizarían tropas regulares del ejército debido a su magnitud y como se esperaba realizar numerosas detenciones, los reos se ubicarían en cárceles civiles y militares, de ser necesario. Además, las tropas colaborarían con la custodia. La justicia sería impartida por magistrados civiles.
En la fecha y hora establecida se produjeron los movimientos. Mientras algunos grupos arremetían contra los diversos asentamientos de las bandas, otros ingresaban en las casas de juego donde fueron detenidos los personajes ministeriales que se esperaba encontrar junto a otros de menor rango, algunos de los cuales no figuraban en las nóminas preestablecidas.
Se secuestró además valiosa información, dinero, bebidas alcohólicas ingresadas mediante contrabando, armas y grandes volúmenes de opio. La banda que operaba en la ciudad imperial era la más numerosa y fue la que más resistencia opuso debido a que contaba entre sus filas con un número elevado de ex militares. Los enfrentamientos terminaron con varios heridos en ambos bandos y un par de bajas entre los maleantes. Personas que se encontraban sometidas a condiciones de esclavitud fueron liberadas. Había quienes pertenecían a la misma ciudad y otras debieron ser trasladadas, incluso algunas, a puntos distantes. Numerosas familias se reencontraron con sus seres queridos.
Horas después de los sucesos, el emperador recibió directamente de manos del general Hao un informe de lo actuado y los resultados obtenidos. Con los días, se sumaron los informes provenientes de las otras ciudades. Los hechos fueron motivo de conversación en la población durante varios días lo cual se vio incrementado con la noticia del suicidio de uno de los ministros que se encontraba detenido. Gradualmente la seguridad nocturna en las ciudades fue recuperándose.
Li y Mei fueron vistos en reiteradas ocasiones, aprovechando el fresco nocturno, conversar apaciblemente mientras recorrían el paseo ahora iluminado, ubicado en la orilla de uno de los canales de la ciudad.
結尾 (FIN) Li 1
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