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 Li 1 - V

Al promediar la mañana comenzaron la reuniones formales con los altos mandos. Li tuvo una recepción protocolar y de inmediato se comenzó a trabajar;  primero se dio a conocer el panorama político de los vecinos del norte y las expectativas esperables y luego se continuó con todo lo relacionado a la estrategia militar: se debía decidir la cantidad de tropas que se debía enviar y su distribución en el destino; desde dónde se desplazarían y toda la logística para ello. El gran grupo inicial de militares se fragmentó en más pequeños para tratar cada uno todo lo anterior y después de un tiempo fijado, se volvieron a juntar para analizar las propuestas y comenzar a aunar una común. El primer gran obstáculo a considerar era el meteorológico debido a la proximidad del invierno que se traducía en lluvias en las regiones intermedias y nevadas en el destino. El grupo encabezado por Li propuso iniciar a la mayor brevedad posible un primer desplazamiento desde ubicaciones cercanas a la frontera norte, con las tropas provistas con lo indispensable para la supervivencia y que el grueso se movilizara desde las regiones más distantes, cuando el tiempo lo permitiera. El general además, se ofrecía a partir inmediatamente para colaborar con la organización en el destino.

 Con algunos ajustes se aceptó lo anteriormente propuesto. Al amanecer partirían los emisarios con las órdenes que ya comenzaban a redactarse y Li lo haría dos días después, acompañado de un grupo de oficiales y una treintena de soldados de élite. A la mañana siguiente, fue visitado por un mensajero que provenía directamente del palacio real y el cual lo notificó que a mediodía sería recibido directamente por el emperador. Sorprendido por la propuesta, confirmó su presencia. Con el actual emperador no había tenido trato directo pero si con su padre, el otrora gobernante, ya fallecido.

 El general fue recibido en el salón de audiencias y tras un profunda reverencia, se el autorizó a acercarse al emperador, quien lo recibió con una sonrisa. Este último inició el diálogo con unas preguntas personales para luego expresar que estaba al tanto del aprecio que su padre sentía por él, debido tanto a sus características personales como militares. En honor a ese aprecio, él había ordenado el envío del emisario, con el ofrecimiento de reparación de todo lo que se le había injustamente ocasionado. Li agradeció por todo lo anterior y guardó silencio.

 El emperador le manifestó su dicha de que haya aceptado y que esperaba noticias suyas una vez instalado en destino. Li realizó una profunda reverencia e inició una marcha en retroceso. Unos pasos más atrás se detuvo, se enderezó, giró sobre sí y se retiró en silencio.

  Con las primeras horas del día siguiente, las puertas del sector militar de la ciudadela se abrieron de par en par, dando paso a una formación que partía al trote. El viaje, con una duración estimada por Li de unas seis semanas, terminó reduciéndose en casi una debido al estado general de los caminos, no tan deteriorados por el mal tiempo debido a las mejoras implementadas en ellos y a la existencia de dos nuevas rutas, que el general desconocía por completo.

El lugar donde se instalaron estaba conformado por una serie de cuarteles que se mantuvieron activos desde que estos territorios fueron anexados. A su alrededor, se fueron levantando ciudadelas que en sus comienzos, fueron habitadas por las familias de militares que se aventuraron en aquellas inhóspitas regiones y luego por la suma de los migrantes que también se instalaron allí, definitivamente. La economía regional dependía en gran medida de la extracción de madera de los inmensos bosques fríos presentes, de la explotación de canteras y en menor proporción, del comercio de pieles.

 Las tropas de refuerzo comenzaron a llegar pocos días después del arribo de Li y su grupo, justo cuando el mal tiempo daba muestras de afirmarse definitivamente.

 

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